Así fue la visita al Monasterio de Veruela

Publicado el 01/03/2016

El domingo 28 de febrero, la AAA600 estuvo visitando el Monasterio de Veruela.




Todo hacía presagiar que la excursión se iba a suspender. El país entero estaba inmerso en una ciclo génesis explosiva y se esperaba nieve en los alrededores del Moncayo. El sábado entero salpicado por el frío, el viento y la lluvia, hizo plantear la posibilidad de no salir con los clásicos. Al final, se decidió esperar al mismo domingo por la mañana y decidir en función del tiempo. Amanecía el domingo. El día era bueno. El sol lucia en el horizonte y los teléfonos echaban humo con los mensajes de Whatsapp que animaban a salir a disfrutar de esta salida.


Tras una primera concentración previa a la salida, los vehículos encaraban la carretera hacia Magallón, lugar elegido para hacer un alto en el camino y almorzar. Las obras existentes en la carretera, hicieron que la caravana se desviase y si no es por los trabajadores de mantenimiento de la carretera que indicaron el desvío correcto, esta asociación hubiera acabado en Cuenca.


A eso de las 10 de la mañana, se llegaba al parque del río Huecha. Allí se paraba y se almorzaba mientras se buscaba algún rayo de sol que calentase la fría mañana. Con el estómago lleno, se volvía a los coches y se continuaba la marcha hasta Vera del Moncayo.


Tras llegar al monasterio se aparcaban los coches y se entraba al recinto, donde esperaba el guía para empezar la visita.


El recorrido empezaba en la cilla del monasterio. Que es donde antiguamente se guardaba el vino y las herramientas de labranza. Actualmente es un espacio dedicado a los hermanos Becquer, Valeriano el pintor y Gustavo el escritor. Después de escuchar una introducción histórica, la visita continuaba por las galerías del claustro y distintas salas visitables como el refectorio, el locutorio o la cocina. Acabando la visita guiada el una impresionante iglesia, con tintes de catedral.


Antes de abandonar el monasterio, se pasaba por el museo del vino de la DO Campo de Borja.


Terminaba la jornada con una comida que se celebraba en un restaurante cercano. Sin comentarios.



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